Sonrisas de oreja a oreja, sonrisas falsas, incómodas, sarcásticas, seductoras. Sonrisas que enamoran, que engañan, que se contagian, que entristecen.
Sólo nos han quedado los ojos, que a veces ocultamos también. Ojos que buscan expresarse más, forzados para ser entendidos. Que ahora tienen más que hacer que antes. Ahora son ojos y boca, y arrugas. Ahora son nuestra tarjeta de presentación.
Calles llenas de pupilas, de iris, que miran, que se sonríen, que se cruzan con otros ojos, que son capaces de ver, de mirar, de afirmar, de agradecer, de insultar.
Nos ponemos unas gafas y apagamos a nuestro ser tras ellas.
No sólo ocultamos nuestra mirada del Sol, ocultamos lo poco que aún podemos decir sin mentar palabra